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Jotavé

HISTORIA DE CEREALEROS QUE REVELA INESPERADO SUCESO

LA ARENA.com.ar La Pampa Edición del 2/11/2014 Por Jotavé

 

Un libro del historiador argentino Mario Rapoport, que acaba de aparecer, presenta la biografía de otro argentino, Félix Weil. Y no es una historia cualquiera. Tomé conocimiento de este libro a través de un reportaje a Rapoport publicado en el diario Página/12 el pasado martes, entrevista de Javier Lewkowicz.

El libro lleva un llamativo título: Bolchevique de salón y trae el relato de un vínculo entre el acontecer argentino y Alemania, en particular la Alemania del sudoeste, escenario de acontecimientos de la historia europea que llevan más allá de los tiempos del imperio romano. Es la región de la denominada Selva Negra, dominios del Rin y sus afluentes. Francfurt, Sttutgart, Manheinn, Friburgo, son algunas de las ciudades cargadas de historia de una región que linda con Alsacia y Lorena (Francia) y otro relato de las mudanzas que deparan el tiempo y las guerras.

Félix Weil, el personaje, nació en Buenos Aires, en una familia llegada a fines del siglo XIX desde aquella parte de Alemania y fundó una cerealera de "vertiginoso progreso". Hermann Weil, Alfredo Hirsch y Bunge y Born, todos ellos judíos alemanes y también poderosos cerealeros, procedían de la misma región de Alemania, donde ese quehacer de negociadores de las cosechas es tradicional. Hermann Weil llega en 1890 cuando la situación económica argentina era crítica porque el comercio exterior era deficitario. Se salió sustituyendo importaciones (se importaba trigo), incrementando la producción de cereales y compitiendo en precios. Ahí se formó la veloz fortuna de los cerealeros. La oferta argentina fue posible, dice Rapoport, "por la sobreexplotación del campesinado".

 

Relación

 

El relato ofrece datos de interés tanto para temas argentinos como mundiales. Esos judíos alemanes eran muy nacionalistas, o sea que se identificaban con el Estado alemán. Incluso, dice el historiador que Hermann Weil mantenía relación con el emperador alemán y que a todo este grupo de judíos venidos a la Argentina y a otros de la región les costó entender que el giro del germanismo hacia el totalitarismo hitleriano los iba a tener como víctimas. Weil recibía dinero desde Alemania para acaparar cereales. En aquellos años de la I Guerra Mundial, algunos grupos de alemanes, judíos o no de origen, constituyeron centros que mantuvieron su adhesión y hasta la II Guerra esta situación se prolongó. En las escuelas de las colonias alemanas, algunas de ellas en La Pampa, esta adhesión se manifestaba con fuerza. Naturalmente, la inteligencia británica no dejó de poner en el índex a los grandes cerealeros y a otros núcleos germanos en nuestro país. Era expresión esperable de la lucha de potencias europeas que ejercían y disputaban el dominio poscolonial.

 

Félix

 

F. Weil fue uno de los hijos de Hermann nacidos aquí. Se fue con la familia a Alemania al terminar la I Guerra. En total, Félix pasó en su país natal (Argentina) 16 años. Rapoport dice que, sin embargo, se sintió siempre muy argentino. El caso es que llegó a la Alemania convulsionada de la posguerra y recibió la influencia de las corrientes de opinión que marcaron el proceso de la caída del káiser, la instalación de la República de Weimar y, desde 1929, el afianzamiento del nacionalsocialismo (Hitler).

Félix se hizo estudioso de Marx y militó en los movimientos de su tiempo. Los alemanes de origen judío tardaron, como ya se dijo, en ver el riesgo propio en el ascenso de Hitler. El caso es que Félix, favorecido por su situación económica, sobresalió en la militancia de extrema izquierda y fue enviado a Buenos Aires en 1920, por la Internacional Comunista, para hacer el primer estudio del movimiento obrero y ver qué posibilidad había de un desarrollo apropiado al objetivo de la IC. Retornó a Alemania y fue entonces cuando armó un instituto de marxismo, del cual derivaría, con el tiempo, la Escuela de Frankfurt, aunque ya, desde Max Horkheimer, se apartó del marxismo y del interés por la economía. Hoy mantiene su prestigio.

Félix Weil retornó a Buenos Aires con la crisis de 1930. En 1931 es uno de los expertos que colabora con Pinedo en asesorar al presidente Justo. Publica luego El enigma argentino, donde analiza la economía, la política y la sociedad argentina. Dice que Perón no era nazi (contra lo que decía el P. Comunista) y se muestra muy entusiasta del capital norteamericano como factor para el desenvolvimiento argentino. Vive 77 años.

Dice Rapoport: "¿Quién se puede imaginar que la renta agraria argentina, en vez de construir palacios y ser despilfarrada, se haya destinado para desarrollar una institución en Europa para formar cuadros revolucionarios?"

Un libro del historiador argentino Mario Rapoport, que acaba de aparecer, presenta la biografía de otro argentino, Félix Weil. Y no es una historia cualquiera. Tomé conocimiento de este libro a través de un reportaje a Rapoport publicado en el diario Página/12 el pasado martes, entrevista de Javier Lewkowicz.

El libro lleva un llamativo título: Bolchevique de salón y trae el relato de un vínculo entre el acontecer argentino y Alemania, en particular la Alemania del sudoeste, escenario de acontecimientos de la historia europea que llevan más allá de los tiempos del imperio romano. Es la región de la denominada Selva Negra, dominios del Rin y sus afluentes. Francfurt, Sttutgart, Manheinn, Friburgo, son algunas de las ciudades cargadas de historia de una región que linda con Alsacia y Lorena (Francia) y otro relato de las mudanzas que deparan el tiempo y las guerras.

Félix Weil, el personaje, nació en Buenos Aires, en una familia llegada a fines del siglo XIX desde aquella parte de Alemania y fundó una cerealera de "vertiginoso progreso". Hermann Weil, Alfredo Hirsch y Bunge y Born, todos ellos judíos alemanes y también poderosos cerealeros, procedían de la misma región de Alemania, donde ese quehacer de negociadores de las cosechas es tradicional. Hermann Weil llega en 1890 cuando la situación económica argentina era crítica porque el comercio exterior era deficitario. Se salió sustituyendo importaciones (se importaba trigo), incrementando la producción de cereales y compitiendo en precios. Ahí se formó la veloz fortuna de los cerealeros. La oferta argentina fue posible, dice Rapoport, "por la sobreexplotación del campesinado".

 

Relación

 

El relato ofrece datos de interés tanto para temas argentinos como mundiales. Esos judíos alemanes eran muy nacionalistas, o sea que se identificaban con el Estado alemán. Incluso, dice el historiador que Hermann Weil mantenía relación con el emperador alemán y que a todo este grupo de judíos venidos a la Argentina y a otros de la región les costó entender que el giro del germanismo hacia el totalitarismo hitleriano los iba a tener como víctimas. Weil recibía dinero desde Alemania para acaparar cereales. En aquellos años de la I Guerra Mundial, algunos grupos de alemanes, judíos o no de origen, constituyeron centros que mantuvieron su adhesión y hasta la II Guerra esta situación se prolongó. En las escuelas de las colonias alemanas, algunas de ellas en La Pampa, esta adhesión se manifestaba con fuerza. Naturalmente, la inteligencia británica no dejó de poner en el índex a los grandes cerealeros y a otros núcleos germanos en nuestro país. Era expresión esperable de la lucha de potencias europeas que ejercían y disputaban el dominio poscolonial.

 

Félix

 

F. Weil fue uno de los hijos de Hermann nacidos aquí. Se fue con la familia a Alemania al terminar la I Guerra. En total, Félix pasó en su país natal (Argentina) 16 años. Rapoport dice que, sin embargo, se sintió siempre muy argentino. El caso es que llegó a la Alemania convulsionada de la posguerra y recibió la influencia de las corrientes de opinión que marcaron el proceso de la caída del káiser, la instalación de la República de Weimar y, desde 1929, el afianzamiento del nacionalsocialismo (Hitler).

Félix se hizo estudioso de Marx y militó en los movimientos de su tiempo. Los alemanes de origen judío tardaron, como ya se dijo, en ver el riesgo propio en el ascenso de Hitler. El caso es que Félix, favorecido por su situación económica, sobresalió en la militancia de extrema izquierda y fue enviado a Buenos Aires en 1920, por la Internacional Comunista, para hacer el primer estudio del movimiento obrero y ver qué posibilidad había de un desarrollo apropiado al objetivo de la IC. Retornó a Alemania y fue entonces cuando armó un instituto de marxismo, del cual derivaría, con el tiempo, la Escuela de Frankfurt, aunque ya, desde Max Horkheimer, se apartó del marxismo y del interés por la economía. Hoy mantiene su prestigio.

Félix Weil retornó a Buenos Aires con la crisis de 1930. En 1931 es uno de los expertos que colabora con Pinedo en asesorar al presidente Justo. Publica luego El enigma argentino, donde analiza la economía, la política y la sociedad argentina. Dice que Perón no era nazi (contra lo que decía el P. Comunista) y se muestra muy entusiasta del capital norteamericano como factor para el desenvolvimiento argentino. Vive 77 años.

Dice Rapoport: "¿Quién se puede imaginar que la renta agraria argentina, en vez de construir palacios y ser despilfarrada, se haya destinado para desarrollar una institución en Europa para formar cuadros revolucionarios?"



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